
Ahora bien, un aspecto importante a considerar es el caso de aquellos padres que en el plano deportivo formativo de sus hijos exigen de forma desmedida rápidos resultados deportivos. Si tenemos en cuenta que las presiones competitivas ocurren en edades muy tempranas es altamente probable que los resultados no sean en absoluto satisfactorios.

Los padres deben entender que los niños al ingresar al club deben realizar su actividad de manera distendida, a través del juego y en un marco dónde la competencia tenga un adecuado tratamiento, porque de la forma en que el adulto conciba esta idea será el resultado final.
No deberíamos olvidar que si realmente queremos que el niño alcance en el futuro un gran rendimiento, la única garantía que tenemos es que su primer contacto con el deporte haya sido satisfactorio, a modo de juego donde se haya divertido, pues si el deporte queda asociado al compromiso, la exigencia desmedida, en definitiva la super competitividad; en la adolescencia (edad crítica por cierto) es un candidato al abandono y esto por más talento que posea y por más que los adultos nos rasguemos las vestiduras.

Algo que ningún padre debe dejar de leer:
Ud. no debe insistir en ser el entrenador de su hijo ni darle consejos continuamente. Este tipo de actitudes perjudican a la formación de la personalidad del chico.
El entrenamiento debe realizarlo una persona idónea, éste le crea un sentido de responsabilidad al niño, lo que se reflejará en el futuro.
Trate de no observar las prácticas de su hijo en demasía, esto crea una situación de desconfianza, hacia él y hacia el propio entrenador.
En el único caso en que debe aconsejar a su hijo es cuando él se lo pida, pero sin que la habilitación le dé a usted la atribución de realizar recriminaciones, muy por el contrario deben ser sus palabras de aliento.
No debe ser juez que juegue a su hijo, ni debe mofarse de los contrarios a los que se enfrenta, tampoco debe aplaudir en forma estruendosa o hacer gestos figurativos que llamen la atención, usted debe ser un observador silencioso ante un triunfo o una derrota, inculcando una real superación entre todos los deportistas.
Cuando su hijo juega o participa debe hacerlo por sus propios medios y por ninguna causa Ud. debe controlar la situación, no debe conversar con los jueces, no discuta clasificaciones.
Si el triunfo acompaña a su hijo y lo felicitan sea solamente agradecido sin aparatosidad, tampoco se pase a la indiferencia.
Si el triunfo acompaña a su hijo y lo felicitan sea solamente agradecido sin aparatosidad, tampoco se pase a la indiferencia.
Cuando el resultado le es adverso, no pida explicaciones de ningún tipo a su hijo, no le diga tampoco lo que usted hacía en su juventud.
No magnifique él o los trofeos ganados por su hijo, tampoco dé más valor a unos que a otros, inclusive nunca incite a participar de tal o cual competencia, poniendo por medio el valor de los premios.
Usted no debe forzar a su hijo a entrenarse cada vez mas, no quiera fabricar un campeón, si quiere tener un campeón en la familia, empiece por serlo usted, como el mejor ejemplo. Él es quien debe elegir su camino y si él quiere, puede.

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